En el núcleo de la disciplina de UX yace una promesa fundamental: la empatía. Nos enorgullecemos de "caminar en los zapatos del usuario", de entender sus necesidades, frustraciones y objetivos. Sin embargo, ¿en los zapatos de cuál usuario estamos caminando? Con demasiada frecuencia, nuestros "usuarios" se moldean inconscientemente a partir de un estándar idealizado: joven, tecnológicamente hábil, sin discapacidades visuales, auditivas, motoras o cognitivas, y operando en un contexto ideal. La realidad, por supuesto, es infinitamente más diversa.
El diseño inclusivo emerge no como una casilla de verificación o una tendencia pasajera, sino como una corrección de rumbo filosófica y estratégica. Es el reconocimiento de que la exclusión, a menudo, ocurre por defecto, no por intención. Es el acto consciente de diseñar productos que no solo sean accesibles (que puedan ser usados) sino inclusivos (que hagan que todos se sientan bienvenidos y comprendidos).
Este artículo no es una simple guía de accesibilidad (a11y). Es una exploración profunda de por qué la inclusión es el siguiente pilar del buen diseño, cómo redefine nuestra práctica diaria y por qué es, sin lugar a dudas, la estrategia de negocio más inteligente y humana que una organización puede adoptar en la era digital.