D Del CPM al ROAS: Cómo medir correctamente tus campañas digitales
Por Redacción Aguayo
Medir el éxito de una campaña no es cuestión de sumar clics. Es entender qué indicador responde mejor a tu objetivo real: ¿visibilidad?, ¿engagement?, ¿ventas? Cada métrica cuenta una parte distinta de la historia. No confundas actividad con impacto. 📊

Más allá del CPM: visibilidad no es igual a rendimiento
Durante años, el Costo por Mil impresiones (CPM) fue la métrica estrella, especialmente en medios tradicionales que migraron al entorno digital. Su lógica era sencilla: mientras más veces se mostraba un anuncio, mayor era su “valor” percibido. En ese contexto, el CPM ofrecía una forma estandarizada de comprar espacios publicitarios, sin importar si alguien interactuaba con el contenido.
¿El problema? El CPM mide exposición, no acción. Optimizar exclusivamente para impresiones puede inflar reportes con cifras que lucen bien en presentaciones, pero no se traducen en resultados reales para el negocio. Es lo que algunos llaman vanity metrics: métricas que impresionan, pero no impactan.
¿Cuándo sigue siendo útil el CPM?
El CPM todavía tiene valor cuando el objetivo principal es generar awareness. Por ejemplo, es útil cuando una marca nueva entra al mercado y necesita visibilidad antes de generar deseo o acción. También funciona cuando la creatividad de la campaña es tan potente que logra generar recordación de marca, incluso sin clics. En estos casos, es clave acompañar la campaña con herramientas de medición como encuestas de brand lift, análisis de participación en conversaciones o incremento de búsquedas orgánicas.
La exposición puede ser relevante, pero no debe confundirse con éxito comercial. Para eso, hay que ir más allá.
CTR, CPC y la era del clic: más allá del show de impresiones
Cuando se espera una acción por parte del usuario, entran en juego métricas como el CTR (Click Through Rate) y el CPC (Costo por Clic). El CTR indica qué porcentaje de personas hizo clic en el anuncio respecto al total que lo vio. El CPC, por su parte, revela cuánto estás pagando por cada uno de esos clics.
Parecen métricas más accionables que el CPM, y en muchos casos lo son. Sin embargo, también tienen sus trampas. Un CTR alto puede reflejar una promesa atractiva o un anuncio llamativo, pero si la experiencia al hacer clic no está bien pensada, no generará resultados reales. Del mismo modo, un CPC bajo puede parecer eficiente, pero si los clics no convierten, solo estás llevando tráfico barato a un lugar que no convierte.
Aquí ya no basta con ver un número bonito: hay que entender el contexto. Es el momento de alinear mensaje, audiencia, canal, experiencia de usuario y conversión. La calidad del tráfico importa más que la cantidad.
ROAS como faro: rendimiento real, no ilusiones digitales
Cuando el objetivo es performance —ventas, registros, leads calificados—, el ROAS (Return on Ad Spend) se convierte en la métrica estrella. Es clara y directa: por cada peso invertido en publicidad, ¿cuántos pesos regresan al negocio?
El ROAS permite comparar canales, formatos o públicos en función de los resultados que generan. Ayuda a redistribuir presupuesto de forma inteligente y en tiempo real, y obliga a mirar más allá del anuncio. Evaluar correctamente el ROAS implica revisar también el producto, el precio, el proceso de checkout, las acciones de remarketing, entre otros factores.
Eso sí: para medir ROAS de forma precisa, necesitas tener bien configurada tu infraestructura digital. Desde eventos de conversión (como compras o registros), hasta un etiquetado coherente en el sitio, pasando por el uso de herramientas como GA4, Meta Pixel, Conversion API o integraciones con tu CRM. También es importante adoptar un modelo de atribución que refleje la realidad de tu embudo: depender del “último clic” puede ser engañoso en estrategias multicanal.
Contexto + Objetivo = Métrica correcta
No existe una métrica mágica. Lo importante es saber cuál usar en cada etapa del funnel:
En etapas tempranas, donde el objetivo es generar reconocimiento, métricas como CPM, alcance o impresiones únicas tienen sentido.
Cuando buscas que las personas consideren tu producto, es más útil analizar el CTR, el tiempo en el sitio, la tasa de rebote o los clics calificados.
Y cuando ya se trata de convertir, hay que mirar métricas como CPA (Costo por Adquisición), CPL (Costo por Lead), tasa de conversión y, por supuesto, ROAS.
Además, hay que entender cómo el modelo de atribución puede alterar tu lectura de resultados. Por ejemplo, el modelo de “último clic” suele subestimar el impacto de canales de descubrimiento como video o campañas con influencers. En cambio, los modelos basados en datos (data-driven attribution) reflejan mejor la complejidad del recorrido del usuario, aunque requieren mayor preparación técnica.
Red flags: señales de que estás midiendo mal
Algunas señales claras de que algo anda mal en tu estrategia de medición:
- Tienes buen CTR, pero no hay ventas. Tal vez la audiencia no es la correcta o tu sitio no está optimizado.
- El ROAS se ve positivo, pero el negocio no crece. Puede haber errores de atribución o estar dejando fuera costos ocultos.
- No sabes cuánto vale un lead. Si no conoces el valor de tu objetivo, no puedes tomar decisiones con criterio.
- Los equipos creativos, de medios y de negocio no están alineados. Sin un lenguaje común, las métricas se diluyen y no se convierten en decisiones estratégicas.
De la táctica a la estrategia: medir como negocio, no como algoritmo
Las marcas que maduran digitalmente no se guían por métricas de vanidad. Analizan el impacto de sus campañas con base en objetivos reales de negocio.
Un e-commerce no solo se fija en el ROAS, sino en el LTV (valor de vida del cliente) o en la frecuencia de recompra.
Una empresa B2B no mide éxito por clics, sino por reuniones agendadas o leads calificados.
Una organización sin fines de lucro no se enfoca solo en el alcance, sino en la tasa de conversión de sus formularios de donación.
Esto implica que marketing entienda los objetivos del negocio, y que el resto de la organización valore la utilidad de los datos digitales.
Tips para una medición digital más estratégica
- Configura tu analítica desde el primer día: GA4, Meta Pixel, Conversion API, tracking offline si aplica.
- Define KPIs específicos para cada etapa del funnel y cada objetivo.
- Usa UTMs bien estructurados para asegurar una atribución clara y precisa.
- Invierte en herramientas de trazabilidad multicanal: CRM, sistemas de atribución, integraciones de datos.
- No te quedes solo con los dashboards de las plataformas: conecta esos datos con tus indicadores operativos reales, como ventas, inventario, CAC o retención.
Medir no es contar. Es interpretar. Y hacerlo bien puede marcar la diferencia entre una campaña decorativa y una que mueva realmente el negocio.
Conclusión: medir no es contar, es interpretar
Medir no se trata de acumular datos, sino de darles sentido. El verdadero valor de las métricas no está en la cantidad que recolectas, sino en las decisiones que te permiten tomar.
Medir bien es un acto estratégico: implica saber qué observar, cuándo hacerlo y con qué propósito. Una métrica aislada —por brillante que luzca en un dashboard— no sirve si no está conectada a un objetivo claro del negocio.
La trampa más común es optimizar campañas para lo que es fácil de medir, en lugar de lo que realmente importa. Likes, clics, impresiones... pueden ser señales útiles, pero si no se traducen en ventas, leads calificados o impacto tangible, estás midiendo para el ego, no para el crecimiento.
Haz que tu sistema de medición sea tan inteligente como tu estrategia de marketing. Porque los datos no valen por sí mismos: valen por las decisiones que habilitan.