D ‘Agilismo’: una vía hacia el cambio de mentalidad organizacional
Por Carolina Becerra
La industria de software le abrió paso a un modelo innovador para la reestructuración organizacional, en el que "pensar diferente" solo es el comienzo.
De los modelos lineales a la rapidez con rigor
El ‘agilismo’, más que una metodología para el desarrollo de proyectos que requieren rapidez y flexibilidad, es una forma de pensamiento diferente aplicada al trabajo y a la organización, cuyos procesos se originan a través de la industria de software.
La técnica tradicional fija procedimientos lineales o en cascada, que pueden demorar hasta dos años la entrega de un producto y generar insatisfacción en el cliente. En esta también es común la falta de comunicación entre los trabajadores, lo que se relaciona con entregables de mala calidad.
Actualmente, las organizaciones requieren un desarrollo ágil, opuesto al que se da en las prácticas tradicionales. En Manifiesto Agile, documento con base en prácticas que usaron fundadores de las principales empresas de desarrollo de software en Utah, Estados Unidos, y que dieron resultados favorables, resume la filosofía Agile en cuatro valores y doce principios. Lo fundamental: crear un modelo de planificación, concepción, avances, progresos, comprobación de resultados y evolución.
Valores según el Manifiesto Agile
Valores del Manifiesto Agile:
- Individuos e interacciones sobre procesos y herramientas.
- Software funcional sobre documentación comprensiva.
- Colaboración al cliente sobre negociación contractual.
- Respuesta al cambio sobre seguimiento al plan.
De los valores, se desprenden los principios detallados de Agile.
Es necesario comprender las particularidades de cada cultura organizacional, razón por la que las ejecuciones no funcionan igual en todos los entornos.
¿Solo funciona para el desarrollo de software?
Aunque fue así al principio, hoy está presente en otros entornos. Cada vez son más los equipos conformados por profesionales que se conectan desde distintas partes del mundo. Además, el acceso a la información es más veloz y nuevas herramientas del proceso ágil como flexibilidad y colaboración han ganado terreno en las organizaciones.
La transformación en los contextos laborales obliga a realizar procesos innovadores. Es por esto que la agilidad se posiciona en prestigiosas empresas como la opción más acertada en cuanto a modelos de gestión y coordinación. Por ejemplo, Google y Netflix han implementado marcos ágiles.
Ser agile vs hacer agile: consciencia organizacional.
Otro caso de éxito es Spotify, que desarrolló su propio modelo ágil cimentado en su experiencia y en equipos de trabajo y procesos internos eficaces. Este comenzó desde cero, se formó a pulso: prueba y error, tras años de experiencia trabajando marcos ágiles pero sobre la base de una cultura digital intensamente radicada.
Con lo anterior no me refiero a que ahora todas las empresas deben adoptar el agilismo e inventarse tribus como Spotify. Es necesario comprender las particularidades de cada cultura organizacional, razón por la que las ejecuciones no funcionan igual en todos los entornos.
Hay que tener una visión lo suficientemente amplia para poder idear sobre los rápidos cambios tecnológicos y cómo eso influye sobre la creatividad y la productividad.
En ocasiones se pretende poner en marcha las nuevas prácticas sin cambiar la mentalidad; se considera que de este modo es más rápido, cuando en realidad es al contrario. Un cambio de tipo organizacional debe iniciar con la transformación de mentalidad de los colaboradores y de acuerdo con los tipos de liderazgo.
Habrá organizaciones que no están dispuestas a pagar el precio, que siguen prefiriendo un cambio rápido y de bajo costo o gratis. Es claro que dar un giro en la manera de pensar no sucede de la noche a la mañana, pero el primer paso es analizar los beneficios.